Cualquier cambio en una legislación que afecta a un campo del que se nutren miles de personas diariamente, siempre es cogido con pinzas por todos los agentes involucrados. En este sentido, el Decreto promovido por el Gobierno para regular la publicidad del sector del juego, ha suscitado muchas críticas desde un sector, que ha visto un claro agravio con actividades de similar naturaleza.
La doble vara de medir que se tiene con la oferta pública y privada de las apuestas queda patente con solo poner la televisión en época navideña. La publicidad de la Lotería de Navidad parecía vivir en un nicho aparte del de las apuestas en general, no en vano la prohibición de publicidad de este tipo de productos debía ser una realidad según lo promovido por el Ministerio de Consumo. Pero, como se ha demostrado cuando se lleva a cabo una medida política, no es oro todo lo que reluce, y no se busca el bien común, sino más bien el beneficio partidista.
Una parte de la sociedad, reclamaba poco menos que el fin de las apuestas. Una actividad que deja un rédito a las arcas públicas notables, pero que está siendo maltratada desde el Ejecutivo. Es cierto que pueden surgir posibles disfunciones en el desarrollo típico de la actividad que deben sr controladas y erradicadas, pero no se puede endemoniar a un tipo de ocio que opera dentro de los cauces legales.
Muchas personas se llevan las manos a la cabeza con las apuestas deportivas actuales, por poner un ejemplo. Se ha demostrado a lo largo de la historia que el ser humano es la especie del planeta que tiene una memoria más cortoplacista y que tiende a olvidar aquellos hechos, sucesos o tradiciones que no interesan. Todos recordamos como una opción como “La Quiniela” era vendida por los medios de comunicación de masas como una opción de apuestas benévola que incluso aparecía en informativos o en programas deportivos, sin el apostillamiento de hacer referencia a una publicidad. En cambio, a día de hoy, cuando se habla de un anuncio de apuestas deportivas, poco menos que la sociedad que tiene una visión interesada sobre la materia o desconocimiento, se postula desde el lado de la prohibición absoluto de la actividad.
En este sentido, se demuestra que la sociedad no evoluciona y que se queda estancada a lo que les indique las altas esferas. Cada persona debe tener su cabeza amueblada para discernir lo que le conviene en cada momento, pero el hecho de prohibir, no hace más que aquellos individuos que no tienen las ideas claras vayan a buscar un producto o servicio al mercado ilegal, a expensas de la oferta de casinos online seguros en España. Queda demostrado por lo tanto que una legislación que no luche por el bien común tiene el efecto contrario en la sociedad, siendo esto demostrable con muchos campos de la vida.
Como bien se comenta, el sector político debe estar para ofrecer soluciones a la población y no generar controversias o trabas para el desarrollo de cualquier actividad. Deben establecerse marcos legales ecuánimes que no establezcan una ventaja comparativa a algunas opciones en el mercado.